"cubramos nuestro rostro con alguna hermosa máscara veneciana y contemplemos con
ironía lo que ocurre a nuestro alrededor, antes de que nos tengamos que cubrir
con el antifaz de ruán y contemplarlo con angustia"
Estamos todavía recogiendo los
papelillos de los polvorones y los adornos navideños y se nos ha echado encima el
carnaval con toda su carga de mascaradas, comparsas y bailes bulliciosos, que
este año parecen haberse escapado del Falla, para invadir todos los aspectos de
la vida nacional. ¡Vaya entradita de año!
El país está patas arriba en busca de una
interpretación coherente de lo que los ciudadanos han querido decir en las
urnas para el desarrollo de su gobernabilidad futura. Los representantes que
hemos elegido, posturean y elucubran con los resultados de la consulta
para asignarse el papel de elegidos preferentes para conducir nuestros
destinos. El espectáculo es como todo lo carnavalesco: entre grotesco y
chirigotero, voceado y retrasmitido por la comparsa de analistas políticos de
izquierda, derecha y mediopensionistas. ¡Ni el Falla amigos, ni el Falla!
Por si faltara poco, en nuestra ciudad se
ha reabierto una herida que creíamos ya cauterizada. Vuelven las Atarazanas
culminada con la amenaza lanzada por el arquitecto, que fuera miembro del
urbanismo municipal durante tres décadas, García Tapial al final de la mesa redonda Problemas técnicos en el proyecto de las Atarazanas –celebrada en
la Real Academia de Buenas Letras y organizada por Adepa, que concluye de la
siguiente manera «Si empieza la obra, en el primer mes perdemos las Atarazanas».
Lean la información despacio, comprenderán que efectivamente estamos en
Carnaval.
En este trance aparece una ocurrencia del
equipo municipal que se deja caer con la idea de alquilar espacios
patrimoniales emblemáticos de Sevilla para eventos. A mi la idea me parece al
menos pintoresca, nuestros gobernantes han recurrido a los remedios de la
familias nobles venidas a menos: alquilemos el Costurero de la reina para bodas
o hagamos posible celebrar su acto social en un marco de ensueño, Los Baños de
la Reina Mora. Todo esto tiene un peligro como dice Antonio Burgos: que al
Cabildo catedralicio le de por llenar de veladores altos las gradas de la
Catedral, que a ver si hay plataforma mas espectacular que esa para echarse
unos cubatas. No debemos tener arreglo, pues ya hubo quien pensó en subastar la
Torre del Oro en tiempos de Isabel II.
Mientras, la sociedad sevillana empieza
los calentamientos para su tiempo magno, que dará comienzo justo el Miércoles
de ceniza y culminará en la Semana Grande de Sevilla. Empiezan los traslados, los
cultos, igualás y ensayos de costaleros, etc. En fin que la agenda cofrade se
llena de intensidad y acapara la mayor parte de la actividad sociocultural de
la ciudad en la Cuaresma. Por eso como hemos dicho en alguna ocasión en Sevilla
tiene tan escaso eco la celebración del Carnaval, no hay una gran celebración
festiva antes de entrar en el tiempo del silencio y el recogimiento. Aquí la
actividad empieza después, por tanto éste es tiempo de recuperación para la
gran movida que se avecina.
Así pues el espectáculo esta servido,
cubramos nuestro rostro con alguna hermosa máscara veneciana y contemplemos con
ironía lo que ocurre a nuestro alrededor, antes de que nos tengamos que cubrir
con el antifaz de ruán y contemplarlo con angustia. Que todo llegará. En el
fondo todo es cuestión de calendario.