Florido mayo





Mayo del 68 es todo un símbolo de la contestación. En numerosos países, pero sobre todo en Francia, se vivieron fuertes convulsiones sociales provocadas por el enfrentamientos entre jóvenes universitarios contra el poder. Los choques fueron tan duros, amplios y tan sincrónicos, que se llegó a pensar en una conspiración internacional. Pero a decir verdad Mayo del 68 significó la actitud crítica ante lo establecido, las exigencias de liberación en cualquiera de sus formas (políticas, sociales, sexuales, científicas, raciales, etc.) que fueron inspiración para buen parte de los movimientos sociales como el feminismo, ecologismo, pacifismo, etc.

Ciertamente aquel nuevo sistema de valores claramente enfrentado con el de sus progenitores, no nació en 1968, pero ese año salieron a la superficie algunas de las corrientes políticas y filosóficas, que se habían ido gestando desde principios de la década y que daban sentido teórico a la insatisfacción vital de aquellos jóvenes nacidos en la generación que empezaba a despegar después de las tragedias de la guerra. Mayo del 68 fue por tanto la punta del iceberg de toda esa corriente contestataria.

Estábamos en estas reflexiones al hilo del contenido de la revista de este mes, al recodar las figuras de Alfonso Grosso y Javierre, y los sucesos estudiantiles del 68 en Sevilla y trataba de encontrar alguna relación con los movimientos sociales que se están produciendo con motivo de la indignación por las consecuencias de la dura crisis económico-social que nos ha sacudido, y más o menos llegué a la siguiente conclusión:

Nada que ver, el movimiento del 68 pretendía cambiar la sociedad y en buena medida así lo hizo. Sus fuertes reivindicaciones marcaron las tendencias políticas del futuro inmediato y sin embargo sus protagonistas no pasaron directamente al poder político. Todo lo contrario de lo que ocurre ahora, lo que interesa es el poder para sustentarlo en una amalgama de conceptos sin una base ideológica clara que viene a representar más una expresión de populismo demagógico que la lucha por una utopía social hacia la que avanzar.

Esto es así porque en el fondo, en nuestra sociedad occidental, con todos sus defectos, tenemos un estado del bienestar con altos niveles en algunos sectores, que debemos consolidar y mejorar, pero sobre todo preservar.  Eso sí teniendo muy claro que el otro lado de la ecuación no esté basado en incógnitas que al ser despejadas lo hagan peligrar.  Bien está que hayamos dado salida a la desesperación de mucha gente y hayamos sido solidarios con ella poniendo sus vicisitudes en primer plano pero sin olvidar, que a veces lo mejor, es enemigo de lo bueno.

Y es que el mayo florido es la representación de la belleza de la primavera y que esa misma explosión de la naturaleza conlleva, los insectos, la presencia del polen en el ambiente y como consecuencia picaduras, alergias y una cierta astenia derivada de los primeros brotes de calor. Por todas esas molestias e incomodidades, no parece que merezca la pena eliminar  ese mayo florido, de campos y jardines, de nuestras vidas.

Sevilla y Cervantes


Esos azulejos que van dejando constancia de los lugares cervantinos en nuestra ciudad forman parte de nuestro paisaje urbano que casi no valoramos

Tuve la suerte de conocer El Quijote de boca de mi madre, empedernida lectora de la obra de Cervantes. Ella me contaba divertida las aventuras del flaco Hidalgo de la Mancha y su rechoncho escudero y yo la escuchaba fascinado imaginado las hazañas del caballero.

Después cuando preparaba el ingreso al bachillerato, trabajamos la lectura comprensiva y el dictado con el texto que comenzaba en “Un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme”. Afortunadamente acabé casi por memorizarlo y aunque a mí ,en aquel momento, sólo me interesaba el argumento, comencé a amarlo. Con el tiempo fui aprendiendo la transcendencia literaria de la obra y su innovadora aportación a la novela moderna. Entonces comencé, también, a sentirme orgulloso de compartir la lengua y las raíces con tan soberbio genio, y a valorar la suerte de haberme iniciado en los atributos de la comunicación con la obra de Cervantes.

Los que vivimos en Sevilla tenemos la suerte de encontrar en nuestro recorrido vial por la ciudad numerosas muestras de la presencia de Cervantes en la ciudad y a la reciproca la significativa comparecencia de Sevilla en la obra de Cervantes. Esos azulejos que van dejando constancia de los lugares cervantinos en nuestra ciudad forman parte de nuestro paisaje urbano que casi no valoramos, pero llaman poderosamente la atención de los numerosos visitantes que se acercan hasta nosotros.

Ahora al conmemorar el cuatrocientos aniversario de su muerte debemos poner en valor, como diría los moernos, esa gran vinculación de Cervantes con Sevilla. Para conocer esa relación les recomiendo un libro imprescindible: Itinerarios de la Sevilla de Cervantes, de los profesores Pedro Piñero y Rogelio Reyes Cano. Libro en el que se realiza un minucioso recorrido por la multiforme aparición de Sevilla –espacio físico, moral y vital– en los textos cervantinos.

A través de este libro podemos ver la realidad vital, moral e histórica de la urbe compleja, contradictoria y fascinante que era la Sevilla del siglo XVI en la que Cervantes respiró, amó, y denunció, padeció y gozó y que el reelaboró como espacio literario en muchas de sus obras. Esa realidad que era aquel universo rico, heterogéneo y abigarrado –“La Gran Babilonia de España, mapa de todas las naciones” como la llamaría Góngora–.

Así desde el pan de Sevilla, el mercadillo de las cosas robadas y usadas o la efervescencia del Arenal al sumamente novelesco microcosmos, moral, urbano y sentimental de la mancebía. Terceras, prostitutas, truhanes y pícaros negociantes y viajeros… se dan cita en diversos textos de Cervantes. El resultado supone la construcción narrativa de la ciudad, la articulación de la urbe como elemento clave y funcional del relato. Algo en lo que, como apunta Márquez Villanueva, Cervantes da un gran paso hacía el futuro ya que no sería hasta los siglos XIX y XX, cuando aparecería la presencia en la narrativa de la ciudad en el París de Balzac, El Londres de Dickens, el Madrid de Galdós o la Praga de Kafka.

Hasta tal punto la influencia de Sevilla en la obra de Cervantes es transcendente que Rogelio Reyes la define así: “Sevilla no fue uno más entre los lugares que enhebraron la rica biografía del gran escritor sino una referencia angular en su formación literaria y en su visión del mundo”. Celebremos pues con entusiasmo  este IV Centenario de la muerte del genial Miguel de Cervantes y alegrémonos, como no, de la influencia y vinculación que tuvo Sevilla en su vida y en su obra.

Pasión en Sevilla


Ese momento mágico se producirá por la contemplación de la belleza o ante la sensación de debilidad humana, frente la grandeza divina para los creyentes 

Entramos en el mes de marzo en pleno desarrollo del Festival de Música Antigua de Sevilla, FeMás , que este año se celebra bajo el lema de Pasión, con el objetivo de estrechar lazos con la sociedad sevillana acudiendo, en palabras de su director , al centro de gravedad de las tradiciones de la primavera de Sevilla. En un ciclo en el que asistiremos –escucharemos– a pasiones no sólo divinas, sino también humanas, de todo tiempo y clase. Sin duda un orgullo tener un festival de esta talla en nuestra ciudad que ya cumple su trigésimo tercera edición.

Este próximo fin de semana, viviremos en el teatro de la Maestranza, la pasión por la danza con la presencia del Ballet Nacional de España y su trabajo Sorolla, una puesta en escena de Franco Dragone, fundador y director de diez espectáculos del Circo del Sol. Un gran momento para reencontrarse con todos los estilos de la danza española y que da una gran cabida a nuestro folclore, inspirado en la colección Visión de España del gran pintor valenciano.

Poco a poco no acercaremos al pregón, pasión en la palabra para exaltar nuestra semana grande. Un clásico de nuestra ciudad que tanta pasiones levanta, en la que el elegido es sometido al riguroso escrutinio de la oratoria, por la más rancia sevillanía. Al que se acude con la expectación de las grandes tardes de la Maestranza, coso, naturalmente y que significa el cohete anunciador de la autentica pasión de Sevilla.

Y así entraremos de pleno en la pasión en Sevilla, que este año coincide con la llegada de la primavera, con toda su explosión de arte, olores y música invadiendo las calles de la ciudad, para vivir ensimismados desde la ilusión del Domingo de Ramos  a la nostalgia de la Resurrección, mientras ante nuestros ojos desfilaran lo más granado de la imaginería barroca con su proverbial y única puesta en escena, para que los sevillanos, todos los que viven esos días en Sevilla, son sevillanos, sientan la emoción y puedan disfrutar de ese momento mágico, que sólo en la Semana Santa de Sevilla se puede encontrar.

Ese momento mágico se producirá por la contemplación de la belleza o ante la sensación de debilidad humana, frente la grandeza divina para los creyentes. Ante la certeza de que Dios te tiende la mano y escucha tu plegaria o ante la perfección de la gubia de Juan de Mesa o Pedro Roldán. Ante los dorados del barroco, el aroma de las flores que lo exornan o ante la pieza musical que les acompaña en su lento caminar a hombros de sus esforzados costaleros.

En cualquier caso Dios estará esos días por las calles de Sevilla y en cualquier momento podremos encontrarnos con él en cualquiera de sus versiones. Nos ayudará a entender, el sufrimiento, la humillación, la pasión, la muerte y el dolor de una madre. Si somos capaces de vivir ese momento mágico, habremos comprendido lo que en realidad es la Semana Santa de Sevilla. Ojalá no le llueva.

Carnaval



"cubramos nuestro rostro con alguna hermosa máscara veneciana y contemplemos con ironía lo que ocurre a nuestro alrededor, antes de que nos tengamos que cubrir con el antifaz de ruán y contemplarlo con angustia"
 
Estamos todavía recogiendo los papelillos de los polvorones y los adornos navideños y se nos ha echado encima el carnaval con toda su carga de mascaradas, comparsas y bailes bulliciosos, que este año parecen haberse escapado del Falla, para invadir todos los aspectos de la vida nacional. ¡Vaya entradita de año!

El país está patas arriba en busca de una interpretación coherente de lo que los ciudadanos han querido decir en las urnas para el desarrollo de su gobernabilidad futura. Los representantes que hemos elegido, posturean y elucubran con los resultados de la consulta para asignarse el papel de elegidos preferentes para conducir nuestros destinos. El espectáculo es como todo lo carnavalesco: entre grotesco y chirigotero, voceado y retrasmitido por la comparsa de analistas políticos de izquierda, derecha y mediopensionistas.  ¡Ni el Falla amigos, ni el Falla!

Por si faltara poco, en nuestra ciudad se ha reabierto una herida que creíamos ya cauterizada. Vuelven las Atarazanas culminada con la amenaza lanzada por el arquitecto, que fuera miembro del urbanismo municipal durante tres décadas, García Tapial al final de la mesa redonda Problemas técnicos en el proyecto de las Atarazanas –celebrada en la Real Academia de Buenas Letras y organizada por Adepa, que concluye de la siguiente manera «Si empieza la obra, en el primer mes perdemos las Atarazanas». Lean la información despacio, comprenderán que efectivamente estamos en Carnaval.

En este trance aparece una ocurrencia del equipo municipal que se deja caer con la idea de alquilar espacios patrimoniales emblemáticos de Sevilla para eventos. A mi la idea me parece al menos pintoresca, nuestros gobernantes han recurrido a los remedios de la familias nobles venidas a menos: alquilemos el Costurero de la reina para bodas o hagamos posible celebrar su acto social en un marco de ensueño, Los Baños de la Reina Mora. Todo esto tiene un peligro como dice Antonio Burgos: que al Cabildo catedralicio le de por llenar de veladores altos las gradas de la Catedral, que a ver si hay plataforma mas espectacular que esa para echarse unos cubatas. No debemos tener arreglo, pues ya hubo quien pensó en subastar la Torre del Oro en tiempos de Isabel II.

Mientras, la sociedad sevillana empieza los calentamientos para su tiempo magno, que dará comienzo justo el Miércoles de ceniza y culminará en la Semana Grande de Sevilla. Empiezan los traslados, los cultos, igualás y ensayos de costaleros, etc. En fin que la agenda cofrade se llena de intensidad y acapara la mayor parte de la actividad sociocultural de la ciudad en la Cuaresma. Por eso como hemos dicho en alguna ocasión en Sevilla tiene tan escaso eco la celebración del Carnaval, no hay una gran celebración festiva antes de entrar en el tiempo del silencio y el recogimiento. Aquí la actividad empieza después, por tanto éste es tiempo de recuperación para la gran movida que se avecina.

Así pues el espectáculo esta servido, cubramos nuestro rostro con alguna hermosa máscara veneciana y contemplemos con ironía lo que ocurre a nuestro alrededor, antes de que nos tengamos que cubrir con el antifaz de ruán y contemplarlo con angustia. Que todo llegará. En el fondo todo es cuestión de calendario.