Se cumple este año de 2014 nada menos que el ciento diez aniversario del nacimiento, y cuarenta y cinco de la muerte de Joaquín Romero Murube, por lo que nos ha parecido más que oportuno dedicar a su figura este número de Sevilla en tus manos. El autor de Sevilla en los labios me va a dar buena parte de este rompecabezas hecho.
Decía el maestro en sevillanía en el prólogo del citado libro lo siguiente:
“Odiamos el narcisismo localista y todo lo que en arte pueda significar un tope o una limitación.
Queremos una Sevilla universal, dentro de esas normas propias y características que hacen de las ciudades valores apartes y comunes como rosas de distintos aromas y colores. Creemos que, literaria y artísticamente, los sevillanos deben esforzarse en lograr expandir esa enorme fuerza centrípeta que contrae la sugestión de la ciudad al encanto de un patio, al primor de una página o al círculo mínimo y cordial de una copa de vino. Hay que hacer Sevilla para el mundo, ya que también sabemos hacérnosla —recreación— para nosotros.
Nuestra mayor aspiración es que la lectura de este libro no pierda sus contornos, ni sus profundos rumores sentimentales, lejos de la ciudad que los ha hecho nacer. Queremos a Sevilla lejos: en las aulas de cualquier universidad americana, en las playas frías de cualquier país nórdico, en las salas de lecturas de los hoteles más internacionales, el Winter-Palace, de Luxor, por ejemplo.”
Ante lo expuesto no podemos más que decir: ¡Cuánto tiempo perdido! ¿Cuantos cielos tendremos que perder, más, para darnos cuenta de la realidad de Sevilla? ¿Cuánto tiempo seguiremos los sevillanos mirándonos el ombligo ensimismados en nuestro pequeño mundo?
Y como hoy no tengo mucha ganas de escribir, la confirmación a las palabras de Romero Murube las va a poner Arturo Pérez Reverte, cuyo artículo ganador del premio periodístico de ABC en honor del poeta de Los Palacios, incluimos en la firma invitada de nuestro número, bajo el título de Esta larga jornada urbana donde nos deja caer las siguientes lindezas:
“Y en fin. Observando las fotografías que acabamos de ver me preguntaba qué llegaría a ser esta bellísima ciudad si pensara más en sus propios museos y bibliotecas y dejara de narcisear satisfecha, ensimismada en su barroco reflejo. Si se volviera abierta al mundo, lúcida e inteligente, con la cultura como estandarte. Me refiero a la cultura con mayúscula, naturalmente. La de verdad. La que va mas allá de los límites y los barrios y las fronteras, las espadañas y sus correspondientes retablos, la Giralda, la tapa en el bar Tal o Cual, las cofradías de Semana Santa, el carnet de este o aquel equipo de fútbol. Pero esa sería otra Sevilla, claro. Y este sería otro libro.”
A lo que digo yo: Qué curioso que dos plumas tan agudas y brillantes como la de Romero Murube y Pérez Reverte, e incluso tan distantes en el tiempo vengan a concluir el mismo diagnóstico, La necesidad de que Sevilla salga de si misma de su autocomplacencia y se proyecte al mundo desde la fuerza de su cultura. Que piense más en potenciar sus museos y sus bibliotecas; que abra las ventanas de su círculo viciado para que entre aire nuevo, nuevas corrientes artísticas y que proyecte nuevos horizontes para sus creadores. No hace falta abandonar lo otro, lo tradicionalmente sevillano, no. Hace falta potenciar lo demás para que nuestra ciudad sea cada vez más universal y sus hijos cada vez más hombres de su tiempo.
La pregunta que se desprende es fácil ¿Hay alguien en esta ciudad que esté dispuesto a liderar tan necesaria tarea? Si lo conoce alguno de ustedes avise, es urgente descubrirlo. No podemos perder más cielos.