Inexorablemente como ocurre después de cada ciclo del planeta alrededor del sol, entramos en la recta final de 2014 dispuestos a vivir días de nostalgia y de esperanza.
La primera estación será la Navidad, la fiesta que conjuga a la vez tiempos de ternura y felicidad con los de rechazo e inquina. Los sentimientos encontrados aparecen estos días con suma facilidad pero el componente más estable es el construido con la nostalgia. Si algo hace a estas fechas profundas es el recuerdo del paraíso y los seres queridos, perdidos.
Ese debería ser el objetivo de todas las reuniones y encuentros que se programan estos días, porque ese sentimiento los llenará de emociones. Si el sentido de nuestras relaciones es el de divertirnos, nos costará más trabajo conseguirlo; es más cabe la posibilidad que el rebufo de la nostalgia acabe empañando nuestra mirada hacia el disfrute.
En realidad el mejor plan para estos días es el recuerdo de nuestra infancia contrastado con la actualidad y notar la ausencia de los que nos quisieron y ya no están entre nosotros para poner en valor a los que ahora están a nuestro lado y nos acompañan con su afecto. ¿Distintos verdad? Sí, pero necesarios ambos para que esta cadena afectiva no se rompa y pueda vivir en estos días toda su grandeza y quizás sus pequeñas miserias.
El segundo acto será la despedida del calendario, tiempo movido por la esperanza independientemente de lo que haya deparado el año que se marcha. Ese camino ya nos lo apunta, en los días previos a la Navidad, la Esperanza de los sevillanos cuando baja en su besamanos a acercarse a todo al que a Ella llega para irradiarle el gran sentimiento de la vida, la esperanza.
Ese será el gran motor que nos ayude a superar nuestras debilidades y dificultades el que nos permitirá mantener la ilusión por las cosas que hacemos y que llenará de luz nuestras tinieblas, lo que nos permita afirmar que el año próximo será mejor que el que se va, y si no lo fuese será la primera piedra de años mejores. Y así nos llenara de savia nueva, la que nos permite seguir vivos.
Pero también es momento de hacer balance. El año que nos deja nos ha quitado a Fernando Ortiz, Rafael de Cózar y Juan Roldán de entre los más cercanos, es lo que tienen los años siempre nos arrebatan demasiado. A cambio nos han traído esta revista digital para acercarnos a todos los que quieran y se interesen por la cultura sevillana, la de hoy y la de ayer; por los acontecimientos y personajes que la hicieron grande y única para que de esa manera el tiempo nos los pueda arrebatar físicamente pero sigan vivos en la memoria de todos.
Disfruten lo mejor que puedan de estas fiestas, nosotros les dejamos en Paz hasta el 16 de enero cuando volveremos para poner la cultura de Sevilla en sus manos.