Platero y yo, y la creación artística



Se cumplen ahora cien años de la publicación de Platero y yo que, como es bien conocido, no era un libro para niños, pues Juan Ramón ya lo expresa en su prologuillo: Este breve libro, en donde la alegría y la pena son gemelas, cual las orejas de Platero, está escrito para... ¡Qué sé yo para quién!..., para quien escribimos los poetas líricos... Ahora que va a los niños, no le quito ni le pongo una coma. ¡Qué bien!

Esto nos da pie para  poner nuestra mirada sobre la figura de Juan Ramón Jiménez y su obra, y además algunas reflexiones sobre la creación, literaria, el éxito de los trabajos de creación artística y la belleza de la sencillez.

¿Qué tiene este breve libro, esta pequeña obra, que la convierte en la tercera más traducida a diferentes idiomas y lenguajes del mundo después de la Biblia y El Quijote?

¿Como puede ser que uno de los hombres más desdichados y atormentados de su tiempo haya podido escribir unas páginas tan maravillosas? Seguramente estemos ante el gran secreto de la creación humana. La explosión de las palabras que expresan la belleza y la grandeza de la vida.

Conviene recordar que Juan Ramón escribió Platero durante su estancia en Moguer a partir de 1905 mientras se recuperaba de una recaída en su delicada salud anímica, envuelto en un ambiente de ruina familiar y con una fuerte inclinación al suicidio. Es decir una de sus épocas más difíciles y atormentadas y bajo la influencia de la primera fase de su obra de creación, inspirada en las corrientes del becquerismo y la poesía popularista, estudiada por las corrientes krausistas, de las que se empapó precisamente durante su estancia en Sevilla.

Presumiblemente durante sus paseos por el campo por Fuentepiña, Juan Ramón sintiera la necesidad de expresar su fascinación por la luz y los juegos con la realidad que esta le proporcionaba, de manera que las cosas transformadas le parecieran otras, y que de niño le hicieron sentir la emoción con la belleza del campo, los cambios de estación y de la luz durante el día. Encuentra en Platero la figura con quién dialogar, para transmitirle todos los detalles que él es capaz de captar, y que a la mayoría pasan desapercibidos, y presentarlos como formas de ideal.

Así nace esta serie de estampas con su texto en prosa poética estético, moral y espiritual, que es Platero, y que resultan  clave y centro de la poesía de Juan Ramón Jiménez. Éste, seguramente influenciado por el carácter sencillo de su argumento, los diálogos con un asnucho decía, las guardó para incluirlas en una posible edición de  sus obras completas, que es lo que piensa todo autor cuando no le ve entidad de reconocimiento individual a lo creado.

Pero el azar hizo lo restante:
«Antes -escribe Juan Ramón-, cuando volvía a casa por la Castellana, me encontré a Acebal, el director de La Lectura. Hablando de la biblioteca (que ahora va a publicar) para niños, me rogó que hiciera alguna cosa a propósito».
«Yo había pensado, hace meses -continúa el poeta-, darle una 'Elegía' en prosa que tengo escrita; unas escenas entre el asnucho y yo. Pero como ahora este librito va en la edición completa de mis obras, no me conviene darlo... Le he propuesto una traducción del libro de Tagore que esta tarde me ha enseñado usted...».
Pero su amada Zenobia, retrasó la traducción de Tagore que él había prometido entregar y para la que tenía que contar con la gran ayuda de ella.
Entonces, ante la imposibilidad de poder hacerlo en ese momento con Zenobia, y ya muy agobiado, a Juan Ramón no le quedó más remedio que entregar 'Platero'.

Leí Platero y yo al final de mi adolescencia y recuerdo que me impresionó como uno de los libros trascendentes que me dejaron huella. Tardé tiempo en volver a encontrar la belleza en un libro, hallaba otras cosas, pero no la hermosura  a raudales de la obra de Juan Ramón. Platero y yo es una obra de arte. Sólo un iluminado puede escribir una cosa así. Platero y yo, es sin duda, el mejor libro de poemas en prosa de la lengua española.

Aviso a navegantes: pongan todo su esfuerzo en expresar  lo que siente con los mejores instrumentos, y las mejores técnicas para comunicarlo posibles. Si lo creado merece la pena, no se preocupen, el azar se encargará del resto.